¡Gracias, Vida!

No todos los días de la vida te vas de viaje, ni te ganas un premio, ni te suben el sueldo; no todos los días pasan cosas increíbles, pero cuando empiezas a valorar las pequeñas alegrías, te das cuenta de que no necesitas más que eso y que lo único que queda por decir es: ¡gracias, vida!

Hoy, a pocos días del fin de año, quiero que me acompañes en esta importante misión, la de agradecer por todo lo que nos trajo, por lo que nos regaló y hasta por aquello que se llevó consigo. Después de todo, tengo la firme convicción de que la vida es más sabia que yo y que todo lo que me pasa, tiene una razón que tarde o temprano terminaré por entender.

Lo primero que tengo que agradecer, es tan importante como olvidado y es el hecho de estar viva. Gracias, vida, no solo por mantenerme aquí, sino por regalarle la vida a las personas que llenan la mía de felicidad; porque son ellas quienes me hacen sonreír, quienes me enseñan cada día, quienes me acompañan, me apoyan y me quieren: papá, mamá, hermanos, amores, amigos, maestros, todos. Gracias, vida, por permitirme seguir compartiendo este camino con ellos.

Gracias, vida, por mis ojos, porque aunque no sean azul celeste ni tengan un brillo excepcional, me permiten ver todo lo bonito que me rodea; por estas dos piernas, que aunque no son largas ni morenas, pueden llevarme al fin del mundo sin problemas. Por mis manos, que me permiten agarrar con fuerza la mano de quien me ama; por los labios que hacen posibles los besos; por los oídos que me enseñan la música. Gracias por el cuerpo que me diste, porque él lleva las huellas de los aprendizajes más grandes de mi vida.

Y no solo por eso tan elemental. Gracias, vida, por los fugaces segundos de buena suerte, por las casualidades que me arreglan los días: gracias, vida, por hacer que dejara de llover en el momento justo en que tenía que salir de casa; gracias por poner en verde las luces de tráfico en los días de más prisa; gracias por guardarme la última silla libre en el bus de la hora pico; por comenzar mi película favorita justo cuando prendo el televisor; por los billetes que no sabía que tenía en un pantalón viejo; por los vecinos que dan los buenos días; por los perros callejeros que me miran con amor; por las canciones que aunque son de otros, parece que hubiera escrito yo.

Por todo lo que me quitas, por todo lo que me das: gracias, vida.